COSMÉTICA INFANTIL ADAPTADA Y SEGURA I

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La piel de los bebés y los niños es diferente de la de los adultos y por ello requiere de cuidados especiales. Para poder ofrecer a los consumidores más pequeños una cosmética adaptada y segura es esencial conocer bien sus necesidades.

Primera etapa: recién nacido

El recién nacido posee una piel “inmadura”, sujeta a un proceso de adaptación al medio ambiente. El pH de la piel en el momento del nacimiento es casi neutro y durante las primeras semanas de vida se forma el manto ácido de pH 5,5 necesario para mantener la integridad de la función barrera.

La piel del bebé es más delgada que la del adulto, en especial, su estrato córneo. Por otro lado la actividad de las glándulas sudoríparas y sebáceas es inferior, contribuyendo todo ello a que la función de defensa sea menos eficaz en estas pieles, presentando una mayor permeabilidad, reactividad y fotosensibilidad. El resultado es una piel más delicada y sensible, especialmente a agentes químicos, físicos y microbiológicos.

Segunda etapa: a partir de los 4 años hasta 12 años

A partir de los 4 años de edad la piel es algo más madura que la de un bebé, aunque continúa siendo más delgada y menos pigmentada que la piel de un adulto. Debido los niños son más sensibles a la radiación UV. No es hasta los 12 años de edad cuando se considera que su piel ha alcanzado la estructura y función de la piel de un adulto.

La predisposición genética de cada individuo, sumada a los factores ambientales, a una exposición solar irresponsable y a unos hábitos de higiene inadecuados puede aumentar la sensibilidad de las pieles infantiles. Y es que en la sociedad moderna la elevada frecuencia y duración de los baños, así como el uso de las esponjas, abuso de jabones y la excesiva temperatura del agua son factores que favorecen la aparición de sequedad cutánea o de dermatitis irritativa y agravan los síntomas en los niños atópicos.

Por tanto, nos encontramos ante el reto de cubrir las necesidades cambiantes de una piel frágil y sensible durante estos primeros  años de vida.

Se estima que la generación de los niños de hoy vivirá casi 100 años, lo que nos obliga a garantizar una longevidad lo más saludable posible, incluyendo una piel con menor riesgo de padecer cáncer y con menor probabilidad de envejecer precozmente. De ahí la importancia de que los progenitores sean cada vez más conscientes de disminuir al máximo la exposición solar de la piel de sus hijos y protegerla adecuadamente cuando ésta sea inevitable.

El primer objetivo a tener presente a la hora de formular productos cosméticos adaptados al público infantil es mantener íntegra la barrera epidérmica. Para conseguirlo, debemos evitar condiciones ambientales desfavorables como el contacto con sustancias irritantes, la deshidratación, la alteración de la flora bacteriana y las quemaduras solares. No obstante, no debemos perder de vista que el uso indiscriminado de productos cosméticos puede perjudicar la piel de un niño. Por lo tanto, será suficiente realizar una higiene eficaz y suave en la barrera cutánea, y aportar una buena hidratación y protección frente a la radiación solar.

El segundo objetivo que se debe de tener en cuenta para desarrollar productos cosméticos de gama pediátrica es que éstos sean seguros. Para ello deberemos de ser muy selectivos a la hora de escoger los ingredientes de la fórmula, descartando las sustancias más irritativas o con potencial alergénico. El formulador deberá conseguir además que las fórmulas sean ligeras y confortables en la piel de los niños para que sean de su agrado y no se muestren reticentes a su uso.

La ANSM (antigua AFSSAPS, agencia sanitaria francesa), publicó en abril de 2010 unas recomendaciones sobre la evaluación de la seguridad de los productos cosméticos destinados a los niños menores de 3 años.

En relación a la formulación cabe destacar que la agencia francesa recomienda utilizar el menor número posible de ingredientes y escoger aquellos que cuyo perfil toxicológico sea conocido y su historial de uso suficiente para asegurar su seguridad.

En lo que respecta a la evaluación de la seguridad de los productos acabados, se recomienda, por un lado, prestar atención a la seguridad del embalaje primario y a los sistemas de apertura y cierre, así como a las características físico-químicas y microbiológicas de los productos, y por otro, realizar ensayos clínicos en adultos para evaluar la tolerancia y la aceptabilidad de la piel del producto acabado, con el objetivo de extrapolar los resultados a niños menores de 3 años de edad.

Posteriormente, y basándose en estas recomendaciones, el Comité de Expertos Europeo en Productos Cosméticos publicó en 2012 a nivel europeo una guía para fabricantes y evaluadores de la seguridad: “Cosméticos seguros para niños pequeños“. Se indica que los productos no deben incluir: sustancias CMR, sustancias con actividad disruptiva endocrina, sustancias que reúnan los criterios para incluirlas en el anexo XIV del Reglamento (CE) Nº 1907/2006 (REACH) ni sustancias con alto potencial alergénico. Además se hace hincapié en que el empleo de cosméticos infantiles exige una atención especial. Los niños son más sensibles a determinados efectos tóxicos de algunas sustancias y el nivel de exposición también puede ser más elevado si tenemos en cuenta sus distintas características fisiológicas y sus hábitos de comportamiento.

Marian Mach Cestero
Sales Manager en Eurofins Evic Spain
MarianMach@eurofins.com